GRWM, Vlogs, Moodboards: la moda se filma tras bambalinas

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En TikTok, Instagram o YouTube, el estilo ya no se lee en las columnas de una revista, se mira, se escucha, se monta. La época del lookbook estático da paso a una narrativa más instintiva, impulsada por videos en formato vertical — entre confesiones íntimas y dirección artística dominada. En la intersección del lifestyle, la edición y el vestuario, emergen nuevos códigos: GRWM, moodboards animados, vlogs de Fashion Week. La moda ya no se vive solo en la pasarela, se experimenta entre bastidores, con el smartphone en mano.

Formatos nacidos en las redes, convertidos en referencias de moda

Primero parecieron anecdóticos, casi espontáneos. Sin embargo, en pocos meses, los GRWM («Get Ready With Me») se han convertido en citas imprescindibles. Más que una simple filmación de un atuendo, estos formatos cuentan un estado de ánimo, un contexto, una gestualidad — una forma de estar en la ropa. Traducen lo que las fotos no dicen: la temporalidad, el movimiento, las dudas.

Los vlogs de Fashion Week participan de esta misma dinámica inmersiva. Lejos de los contenidos institucionales, ofrecen una mirada personal sobre los desfiles, los backstage, los pasillos de los showrooms o las calles de Milán. Los creadores de contenido no solo documentan un evento, lo interpretan a través de su propia estética.

En cuanto a los moodboards animados, su regreso es sorprendente. Durante mucho tiempo relegados al formato papel, hoy regresan en forma de videos cuidadosamente editados, mezclando capturas de archivo, extractos de películas, fotos editoriales y elementos gráficos. ¿El resultado? Un ambiente, una visión, un universo.

El video, herramienta de edición del estilo personal

Más que un soporte, el video se ha convertido en una herramienta de edición del estilo. Permite moldear una imagen, afinar un discurso, jugar con las temporalidades y las texturas. Es una extensión del vestuario, casi un prolongamiento del espejo.

Esta democratización de la expresión audiovisual también se basa en herramientas intuitivas y accesibles, que ya no requieren conocimientos técnicos avanzados. Plataformas como Clideo permiten, por ejemplo, editar videos, agregar sonido, transiciones o subtítulos, directamente en línea. En unos pocos clics, un video se convierte en un objeto editorializado, listo para ser compartido en las redes.

Cuando los bastidores se convierten en el verdadero desfile

La mirada del público se ha desplazado. Lo que ahora se espera de un creador de contenido ya no es una sola imagen pulida, sino una inmersión en su proceso creativo: los ensayos espontáneos, los gestos del día a día, la luz de la mañana sobre un armario desordenado. Esta aparente autenticidad, a menudo cuidadosamente orquestada, se convierte en la verdadera firma estética de muchas personalidades de la moda.

Detrás de estos contenidos “sin filtro” se esconde, sin embargo, un montaje preciso. Los creadores prefieren aplicaciones móviles para trabajar sus videos con eficacia y coherencia. Clideo — Edición de Video, por ejemplo, ofrece una solución móvil adaptada a los ritmos de creación actuales: transiciones fluidas, formato vertical optimizado, integración rápida de elementos visuales.

Hacia una nueva gramática del chic digital

Transiciones, paletas cromáticas, tipografías animadas, efectos visuales sutiles… Se ha instaurado una verdadera gramática del chic digital. No se decreta, se construye. A fuerza de visionado, inspiración, montaje. La manera de filmar un atuendo, de escenificarlo, de elegir el ritmo de montaje o el tono de una voz en off se convierte en un componente esencial del estilo mismo.

Los creadores y creadoras de hoy no son solo estilistas o influencers: también son directores, editores, narradores de historias. Cada video es una mini-narrativa, un manifiesto estético, un manifiesto de uno mismo. Y en esta nueva era de la moda, donde el movimiento prima sobre la imagen estática, filmar se convierte en una forma de elegancia.