Juego y estilo los esenciales infantiles para alargar el verano Modalova

Juego y estilo: los esenciales infantiles para alargar el verano

El calendario marca septiembre, pero la sensación sigue siendo de verano largo. La luz dorada que entra por las ventanas por la tarde, el canto de las chicharras en zonas más cálidas, los pies descalzos en el jardín… Hay rutinas que regresan, sí, pero también ganas de seguir disfrutando de esos pequeños placeres que nos conectan con lo esencial. Y para los niños, eso pasa —casi siempre— por el juego. Pero no cualquier juego: uno que dialogue con el entorno, con el estilo, y con el momento.

Movimiento al aire libre con estética mediterránea

Quien tenga un patio, una terraza o un trocito de jardín, lo sabe: septiembre es uno de los mejores meses para vivir el exterior. Ni el calor sofocante de agosto ni la prisa de octubre. Es el mes de los atardeceres templados, de los juegos sin horarios.

Los juegos de exterior para niños se convierten aquí en verdaderos aliados del estilo de vida mediterráneo: estructuras de madera natural que recuerdan a las casas de campo ibicencas, toboganes en tonos arena que se integran con la piedra o el mármol, y columpios de cuerda que podrían estar en la portada de Nuevo Estilo.

La clave está en elegir objetos que no sólo entretengan, sino que también hablen el mismo lenguaje visual que el resto del espacio. Porque sí, hasta los juguetes pueden (y deben) tener estética.

Agua y juego: un binomio que aún tiene recorrido

Aunque el verano oficial haya terminado, el clima en muchas zonas de España —especialmente en el sur y el Levante— permite seguir disfrutando de los juguetes de agua durante buena parte de septiembre, e incluso octubre.

Una fuente portátil en un patio andaluz, una alfombra de agua bajo una parra en el Empordà o un pulverizador escondido entre las macetas de una terraza madrileña… Con un poco de gusto, el juego con agua se convierte en una experiencia sensorial que conecta a los niños con su cuerpo, con la naturaleza y con una forma de vida más pausada.

Y si además los juguetes son bonitos —líneas suaves, materiales resistentes, colores tierra o empolvados—, la experiencia se vuelve aún más completa. Visual y emocionalmente.

Un vestidor lúdico, pero con criterio

Así como pensamos el armario de temporada con mimo, ¿por qué no hacer lo mismo con el universo lúdico de los más pequeños? En lugar de acumular piezas coloridas que chocan con el entorno, podemos optar por objetos que encajen con la estética del hogar: una bicicleta sin pedales en madera clara, una tienda de campaña en lino, juegos de equilibrio en tonos neutros…

Este tipo de selección no responde a una lógica caprichosa, sino a una forma de entender el estilo como algo integral, que también se vive en familia. Porque el juego puede (y debe) formar parte del relato visual del hogar.

Jugar como una forma de vivir — y educar — con intención

Elegir conscientemente los objetos que rodean a nuestros hijos no es solo una cuestión de diseño. Es una manera de transmitir valores: calma, conexión con lo natural, importancia del tiempo compartido. Frente al consumo rápido y al exceso de pantallas, apostar por juegos sencillos y bien diseñados es casi una declaración cultural.

No se trata de aspirar a la perfección escandinava, sino de recuperar algo muy nuestro: el juego al aire libre, la conversación pausada, el estar juntos sin prisas. Algo que siempre ha existido, pero que ahora —curiosamente— se convierte en un lujo.

El verano puede haber terminado oficialmente, pero sus efectos aún laten en los detalles. En ese columpio que se balancea al atardecer. En los pies mojados de una fuente. En la risa libre de un niño que juega con algo tan sencillo como un cubo de agua o una tienda de campaña.

Elegir bien los objetos que les acompañan no es una frivolidad, sino una forma de cuidar. Y en ese cuidado, también hay belleza. Porque sí: hasta en los juegos más simples puede haber estilo.

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