Le lookbook personnel nouvelle forme de narration stylistique Modalova scaled

El lookbook personal, nueva forma de narración estilística

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A la hora en que las imágenes se suceden a una velocidad vertiginosa en nuestras pantallas, donde los atuendos del día se desvanecen en el flujo continuo de las historias, persiste una pregunta: ¿qué queda de nuestro estilo una vez pasado el filtro? Frente a esta obsolescencia programada de la estética, el lookbook personal se impone como una respuesta lenta y controlada. Ni simple archivo, ni simple proyecto de vanidad, se convierte en un manifiesto visual íntimo — la memoria estilizada de una época y una identidad.

Volver a dar sentido a la imagen: del scroll al archivo

El scroll se ha convertido en un reflejo. Consumimos la imagen como consumiríamos un snack, rápidamente, sin detenernos. Sin embargo, en este paisaje saturado, surge una necesidad de distanciamiento. El lookbook personal ofrece esta respiración: transforma una sucesión de atuendos en un relato coherente. Ya no publicamos para agradar en el instante, sino para construir una huella. Es una forma de retomar posesión de nuestra imagen, al margen de los algoritmos.

El lookbook como espejo estético

Crear un lookbook es también mirarse de otra manera. No se trata solo de componer una silueta halagadora, sino de observar lo que esta silueta cuenta de nosotros. Florence Pugh, con sus vestidos nude de fluidez afirmada, o Zendaya, oscilando entre el tailoring arquitectónico y la sensualidad despreocupada, son ejemplos de artistas que transforman cada aparición en una declaración estilística. El lookbook se convierte así en un espejo — no el del narcisismo, sino el del gusto cultivado y afirmado.

Concebir su lookbook: estructurar, contar, revelar

Como un creador pensaría en una colección, se estructura su lookbook en torno a un relato. El año puede dividirse por estaciones o por estados de ánimo: un verano marcado por el bohemio aligerado, un otoño de superposiciones asumidas. La lógica no es lineal, es sensorial. Añadir leyendas, anécdotas, emociones del momento da relieve a la imagen. Lejos del feed estandarizado, aquí lo que importa es la singularidad.

Elección del soporte: estética editorial y sostenibilidad

Un lookbook personal no merece menos que la calidad de un bello libro. Formato cuadrado inspirado en revistas especializadas, papeles de creación, texturas mate o aterciopeladas… Los detalles importan. Algunos talleres de edición ofrecen acabados dignos de las más bellas publicaciones. Crear un verdadero libro de fotos se convierte entonces en una extensión de su estilo, hasta en la materialidad del objeto. Cubierta de tela, encuadernación cosida, impresión fina: aquí la forma se une plenamente al fondo.

Tendencias a capturar: 2025 en imágenes

Este año, varias estéticas marcan los ánimos. El bohemio reinventado – vestidos largos patinados, bordados discretos – encuentra sus íconos en Etro e Isabel Marant. El lujo discreto, celebrado por Polène o DeMellier, valora el trabajo artesanal más que la ostentación. Finalmente, las superposiciones gráficas, vistas en Miu Miu o Acne Studios, cuentan una juventud que compone su estilo en capas. Estas tendencias no son para consumir: son para documentar, digerir y hacer propias.

Del estilo al patrimonio personal

Un lookbook bien pensado no solo captura una silueta, sino una época, una mirada, una visión del mundo. Se convierte en un patrimonio visual, transmitido a uno mismo en el tiempo o a otros en la herencia. Es una práctica que invita a consumir menos pero mejor, a mirar de manera diferente, a comprar con conciencia. Las creadoras comprometidas como Gabriela Hearst o Marine Serre lo han entendido bien: la prenda puede ser tanto un manifiesto como una herramienta de transformación. El lookbook personal, en este contexto, se impone como un espacio de reflexión y creación.

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